La hinchada del Logroñés, en el último partido de la temporada 2007-2008 en Segunda B. /Fernando Díaz
Como buen argentino que soy, el fútbol es una parte muy importante de mi vida, un ingrediente casi esencial de mi existencia. Que se lo pregunten a mi madre, que todos los años me pide que me lleve de su casa –y de una maldita vez– mi colección de El Gráfico, una revista semanal que junté entre 1982 y 1998 y que representó el documento sagrado de la religión de la pecosa redonda. Es tanta la pasión, que estoy convencido, lo digo desde la humildad más serena, que soy un futbolista profesional frustrado, simplemente porque mi padre se empeñó en que acabara mis estudios y que fuese a la universidad.
Con orgullo digo, además, que soy del glorioso Club Atlético River Plate, campeón del siglo XX, y que simpatizo con el Barça y la Real Sociedad. Sin embargo, con el Logroñés me pasa algo curioso, que no termino de comprender. Llegué en 1999 para seguir esa última penosa campaña de Segunda División, con Aranalde, Boronat, Arenaza y compañía. Cada vez que se jugaba en el viejo Las Gaunas, me encargaba de hacer un reportaje para comparar el fútbol de acá y de allá. Pero todo se fue al traste, el equipo descendió, no se cubrió la deuda, y de buenas a primeras acabó en Tercera. No importó, porque eso de la pasión no se puede explicar, y seguí apoyando a los blanquirrojos hasta que se entró en en una vorágine que me hizo perderle el rastro. Pero, sobre todo, dejé de tenerle respeto al Logroñés, por más cariño que sintiese por él.
Vi atónito como iban pasando los supuestos salvadores, un desfile de sinvergüenzas sin escrúpulos –con páginas web subidas de tono incluidas– de un club que yacía agonizante y que se empeñaban en seguir pisoteando. Hoy se firma un capítulo nuevo, con alguna cara conocida y otras (regionalistas ellas) que no sé ubicar en este absurdo escenario. Por favor, por el bien de la afición y de la historia, dejen morir al Logroñés con dignidad. Por lo menos para que pueda descansar en paz de una puñetera vez.
Desde la Málaga de 1978
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Abro el blog a mi vida desde que dejé Logroño en 1977. Hay muchos lazos de
unión entre Málaga y la Rioja con riojanos y cameranos ilustres como el
Marques ...
Hace 5 meses
5 comentarios:
Podrian probar contratando de nuevo a Ruggeri y Alzamendi.
PD: sigo sin recibir la foto.
Bartmillo
Ruggeri, Alzamendi y Luis Islas, Cuentan por acá que cuando Ruggeri negociaba su traspaso al Real Madrid, un compañero mío, Charly Ferrer, lo criticó. Y unos días después, él y Alzamendi lo fueron a "apretar" a otro compañero, Toño del Río, pensando que había sido el responsable de la crítica. La cosa casi pasa a las manos...
No me extraña de Ruggeri, que se haga el matón.
Aca en Mercedes estamos peor, los equipos de fútbol no pasan la primera ronda del Torneo Argentino C. Diego juega la liga Senior y por pelearse le dieron 20 fechas de suspensión, que tal, que se dedique al golf.
Un abrazo
Bartmillo
No he recibido nada en mi correo, con lo que pongo en duda la existencia de esa criatura sobrenatural. ¿No sería el Brugal que, ingerido en grandes cantidades por las mañanas, causa estragos?
Respecto al Logroñés dejemos al difunto descansar en paz y busquemos a los autores del crimen. Son muchos, conocidos, de alta posición, ninguno pobre y con una dilatada trayectoria.
De todas formas, que ridículo para el Ayuntamiento. Se embarca en una extraña cruzada con un resultado final tan cutre.
Martín, la foto de la afición es del Zamora ;)
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