miércoles, 30 de abril de 2008

Y me animé...


Por fin me animé a zambullirme en el infinito universo bloguero. Gracias a mi profe, Justo Rodríguez, gran amigo y mejor fotógrafo, empecé a perfilar este lugar hace unos días. No sé muy bien qué contenido darle ni cómo diseñar una página de estas características. A modo de introducción, Justito me recomendó publicar una columna que escribí el año pasado, en enero del 2007, en el Diario La Rioja, que habla sobre mi aterrizaje en esta bendita tierra, ya hace casi nueve años. Así que probemos cómo va esto...

Como si sería de La Rioja
Ya han pasado casi ocho años desde que me encontré de bruces con una ciudad nueva, pateando dos maletas pesadas -repletas de un montón de recuerdos del otro lado del charco- y un traje azul muy coqueto, flamante adquisición para dar una buena impresión a mis compañeros del periódico. Arrastrando el cansancio del largo viaje desde Buenos Aires, y después de unos cuantos 'talogos' que parecían más un chiste que un saludo (juro por mi madre que creía que me estaban vacilando), me di una vuelta por la ciudad e incluso conocí la calle Laurel, aunque admito que me asusté un poco al principio, por lo que me quité el reloj, escondí mi cartera en el bolsillo delantero del pantalón y me fui a un 'burger' a cenar. No podía creer que se comiesen las orejas o los caracoles.


Pese a este episodio que hoy recuerdo con una sonrisa, tenía la certeza de que había llegado a mi sitio. A partir de entonces no descansé. Me di el lujo de conocer toda la región y sus gentes: subí hasta la cima del San Lorenzo; compartí un licor con los monjes de Valvanera; preparé chuletillas en el Rajao; asé pimientos y tomate en Alberite; probé miles de vinos de la mano de muy buenos profesores; recorrí cada centímetro de la Laurel y la Mayor (luego me hice mayor); bailé un tango en Pradejón; admiré el atardecer del monte Cantabria; suspiré con un amanecer camerano; lloré por el Logroñés en el viejo Las Gaunas y vi nacer a la mejor sobrina postiza que uno puede tener, entre otras cosas.

Ya con con 15 kilos de más era como si 'sería' (o seriese) de La Rioja de toda la vida. Todo eso sin renunciar a mi querida patria, porque para muchos sigo siendo aquel boludo argentino del traje azul.

La foto es de www.lomejordelvinoderioja.com