Martina tiene ya dos semanas de vida y entre su abuela Meli y un servidor le hemos sacado nada menos que 1.195 fotografías. Nada mal, aunque el amigo Justo crea que la niña necesite de un profesional en esto de las fotos. Nos dice su tío postizo Gochi que va a ser peor que el show de Truman, ya que cosa que hace, ¡plaf!, perpetrada queda para la posteridad en formato digital.
Al margen de estas cosas que tenemos los padres primerizos y perdidos de baba, estos quince días han sido mágicos, únicos, en los que, es verdad, se duerme muy poco, pero se goza muchísimo. Cada instante es irrepetible y ese pequeño cuerpo con dos ojos (que cada vez se empiezan a abrir más y más) tiene gestos nuevos cada dos por tres que te hacen viajar a otra galaxia, además de una capacidad impresionante de ensuciar pañales. Mientras tanto, aprovecho cada uno de los segundos que me da el Gobierno español con el permiso de paternidad. Y en estas dos semanas ya hemos tenido tiempo de conocer el mundo, como ir al Rajao, hacer una Laurel, visitar el Museo Würth y pasear mucho por las calles de Logroño.
Al margen de estas cosas que tenemos los padres primerizos y perdidos de baba, estos quince días han sido mágicos, únicos, en los que, es verdad, se duerme muy poco, pero se goza muchísimo. Cada instante es irrepetible y ese pequeño cuerpo con dos ojos (que cada vez se empiezan a abrir más y más) tiene gestos nuevos cada dos por tres que te hacen viajar a otra galaxia, además de una capacidad impresionante de ensuciar pañales. Mientras tanto, aprovecho cada uno de los segundos que me da el Gobierno español con el permiso de paternidad. Y en estas dos semanas ya hemos tenido tiempo de conocer el mundo, como ir al Rajao, hacer una Laurel, visitar el Museo Würth y pasear mucho por las calles de Logroño.
Uno de jamón y tetilla, en el Pata Negra de la Laurel (dedicado a Inés).
Visita al museo Würth, donde expone el chino Gao Xingjian.