El jetlag es cosa del pasado. Ya soy un argentino más después de una semana y media, tres aviones, varios asados, muchos litros de malbecs, cabernets y merlots, helados de Freddo, pizzas a la parrilla, empanadas caseras, el calor del hogar, la familia, la vieja, los suegros, encontrarme con mis raíces... Vuelvo a ser un boludo más, que está obligado a no respetar el ceda al paso ya que es un absurdo icono colocado en un cartel (porque sino te pasan por encima); dejé de tener móvil, ahora uso el celular; no digo 'talogo' al despedirme porque con un chaucito me basta; el 'vale' lo reemplacé por el 'che' y el 'tío' por el boludo; y en vez de un apretón de manos, saludo a mis amigos con un beso.
Dejé de conducir, ahora manejo mi auto; tampoco cojo nada, lo agarro; miro gratis por TV todos los partidos de fútbol que quiero; me cago en los K, en los Rodríguez Saa y en toda la maldita clase política que hace excepcionalmente buena a la de España; me como un alfajor cuando me dan ganas, que acompaño con un buen mate, aunque hagan los 43 grados que nos golpearon ayer en Villa Mercedes. Estoy feliz con los míos y me pone contento saber que no he llegado ni al ecuador de mi viaje, que todavía no me he reencontrado con los chicos (Lulito, feliz cumple y abrazo de gol) y que aún me queda mucho por engordar. Dejo algunas postales del viaje, que no tienen desperdicio, sobre todo la última, en la que una madre y tres de sus hijos optimizan las virtudes de una Zanella 49 cc.
Dejé de conducir, ahora manejo mi auto; tampoco cojo nada, lo agarro; miro gratis por TV todos los partidos de fútbol que quiero; me cago en los K, en los Rodríguez Saa y en toda la maldita clase política que hace excepcionalmente buena a la de España; me como un alfajor cuando me dan ganas, que acompaño con un buen mate, aunque hagan los 43 grados que nos golpearon ayer en Villa Mercedes. Estoy feliz con los míos y me pone contento saber que no he llegado ni al ecuador de mi viaje, que todavía no me he reencontrado con los chicos (Lulito, feliz cumple y abrazo de gol) y que aún me queda mucho por engordar. Dejo algunas postales del viaje, que no tienen desperdicio, sobre todo la última, en la que una madre y tres de sus hijos optimizan las virtudes de una Zanella 49 cc.