domingo, 29 de agosto de 2010

El rincón de las tapas

La siguiente historia es verídica y me ocurrió durante este último mes. Situémonos. Plaza de Cervantes, Santiago de Compostela, 21.30 horas. Pedimos tres cañas y junto a las bebidas, la camarera nos pone tres sandwiches a la plancha de jamón y queso, patatas fritas y una ración de chorizo. Tras pedir la segunda ronda, las cervezas están acompañadas por croquetas, tigres y morcilla. Poco después, la misma camarera sale de detrás de la barra y ofrece a sus clientes distintos pinchos (idénticos a los de San Sebastián). Pagamos dos euros por cerveza.
Fornells, Menorca, 21.00 horas. Pedimos unas claras y junto a las bebidas nos sacan una ración de rabas. «Se ha equivocado», le digo al camarero. «No, son cortesía de la casa», responde. Pagamos 2,10 euros por cada caña.

Plaza de Olavide, Madrid, 19.00 horas. Nos sentamos en una terraza y, para variar, solicitamos una cerveza (no hay nada como las cañas de la capital). Nuestro encargo es acompañado por unas tostadas con tomate y jamón serrano. Cada bebida, 2 euros.

Bar Rincón de las Tapas, Jorge Vigón, Logroño. 20.30 horas. El camarero trae en su bandeja, junto a las cañas (los viernes son pintas al mismo precio, 1,50), una ración generosa de salchichón, chorizo, paté y tomate. Con la segunda ronda, el acompañamiento es de croquetas y patatas (no la de bolsa) y unos tomates. Para que luego digan que en Logroño no ponen tapa con las bebidas. En este rincón sí lo hacen, algo que recomendaría imitar.

Columna publicada el 29 de agosto del 2010 en el Diario La Rioja. La foto es de mi amigo Kike.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Mi infancia, según Pergolini

En Facebook este video es mejor porque acaba con una buena canción. Aun así, es un buen repaso de toda mi infancia y adolescencia a través de la voz de Mario Pergolini. Quienes no lo conozcan, es el creador de Caiga Quien Caiga. Piedra libre para todos mis coooompañeeeros...

domingo, 22 de agosto de 2010

Manías estivales


Hoy no voy a hablar de la mala suerte del Naturhouse con las lesiones; tampoco analizaré la razón por la que ningún primera espada del Gobierno regional estuvo presente durante en el triangular de baloncesto. Incluso, no dedicaré ni una sola palabra a la marcha de Maradona de mi querida celeste y blanca ni responderé en este texto a esos cobardes que, siempre desde el anonimato, se encargan en los foros de un equipo de fútbol de tercera a insultar a los periodistas. Tampoco tengo ganas de husmear en la política local y deliberar el porqué el PP de Logroño ha anunciado que en ningún caso gobernaría con Varea y compañía, o si repetir por tercera vez candidato le conviene al PSOE para retirar a Sanz del Palacete.

Acabo de volver de vacaciones y mi mente sigue en una tumbona de la playa, y quiero dedicar unas líneas a una extraña manía que he cogido estos días. Será que ya estoy viejo e intolerante, pero necesito saber qué extraña conexión existe entre los veraneantes, el mar y las palas. Soy incapaz de entender qué arrastra a tantos seres humanos a querer darle a la pelotita en un lugar idílico, pero donde no cabe un alfiler, con muchos niños y castillos construidos meticulosamente por nosotros, los padres. ¿Por qué no se ven a los palistas en el monte? ¿O en los parkings de los supermercados, donde hay más sitio? No, ellos están ahí, pin, pam, pum, estresando al prójimo. Espero que con temas como los que preferí dejar de lado pronto me olvide de esta extraña manía.

Esta columna salió publicada el 22 de agosto de 2010 en el Diario La Rioja.
Las fotos son mías de estas vacaciones.


domingo, 1 de agosto de 2010

Vacaciones



No debe existir en esta vida un sonido tan relajante como el del hielo dentro de un vaso de ron con coca cola. O el de las suaves olas rompiendo en la playa con un viento cálido, mientras el sol se esconde por detrás del mar. Tampoco debe haber una vista tan preciosa como la de un amanecer en una cala paradisíaca ni un silencio tan profundo como cuando uno se sumerge debajo del agua. No debe existir palabra más hermosa que vacaciones. Hasta dentro de unos días, amigos.