No me gusta el huevo duro; ni las vísceras ni la berenjena. No me gusta que mi querido River Plate esté último. Tampoco me agrada que prácticamente no conozca a ninguno de los jugadores que se calzan hoy la camiseta del campeón del siglo XX. No me gusta que nos llamen gallinas ni que el Logroñés esté agonizando desde hace diez años y nadie le dé el tiro de gracia. No me gustan los extremos políticos, ni para un lado ni para el otro. Ni que nos tomen el pelo como a borregos. No me gusta esta crisis, ni las soluciones que nos ofrecen.
No me gusta tener a mis afectos tan lejos. No me gusta ver crecer a mis sobrinos a través del youtube y que, llegado el día, tengan que utilizar el mismo medio para ver a su primita dar sus primeros pasos. No me gusta tener que abrazar a mi madre, a mi padre o a mis abuelas a través de un teléfono. No es de mi agrado, de la misma forma, no poder hablar diariamente con mis amigos, ver cómo nacen sus hijos a la distancia y saber que no estarán ellos en marzo. No me gusta que mi hija se tape la cara con sus manos durante 17 minutos seguidos de ecografía para que no pueda ver nada.
No me gusta que en un blog se critique desde el anonimato, sin dar la cara, como alguna vez ocurre acá, aunque éste no es el caso. No me gusta que se intente desprestigiar dos buenos blogs (de dos excelentes personas), que se vieron finalistas de un concurso al que nunca pretendieron acceder (fueron presentados por otros bloggeros) porque el objetivo era criticar a un grupo editorial. Detesto que se deslice que son finalistas no por méritos propios. No me gusta que les utilicen para poder repartir golpes desde los extremos políticos (esos de los que antes hablaba).
Por eso, como hay muchas cosas que no me gustan últimamente, me voy un par de días para ver si aligero mi equipaje. Me voy, como dicen por ahí, con mi música para otra parte. Y a ver si a la vuelta me quito las piedras de encima y veo las cosas de otra manera. Un abrazo de gol.
La foto la hice en los jardines de Santa Sofía, en Kiev (Ucrania), hace un año y medio. Se trata de un anciano que estaba tocando este instrumento ante la mirada de varios turistas. A diferencia del post, esta foto sí que me gusta.